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Un militar en la Violencia


Por: Daniela Moscoso









Fernando Aguilera recuerda que, con apenas siete años, su papá, Luis Alfredo Aguilera, le contó a él y a sus 9 hermanos cómo tuvo que enfrentar el Bogotazo cuando apenas tenía 16 años y prestaba el servicio militar


Tiene vagos recuerdos del año exacto en el que su padre, Luis Aguilera, estuvo en Barranquilla controlando los puertos. Por esos años el contrabando de cigarrillos, tabaco, telas y licores estaban en auge en Puerto Colombia.



Luis medía casi dos metros y era de contextura delgada, asegura Fernando. Lo que le permitía, en ese entonces, usar el arma más pesada y una canana. Mientras prestaba servicio militar en Barranquilla, más o menos a la una de la tarde, le informaron que en Bogotá habían asesinado a Jorge Eliécer Gaitán, candidato presidencial por el partido Liberal, y que se había declarado una guerra, razón por la cual en la ciudad se estaba presentando un conflicto armado.


“La historia dice que los grandes líderes de este país no querían que él fuera presidente, hicieron un complot entre ellos para matarlo”, es la información que tiene Fernando después de todas las historias que le contó su padre.



No hubo tiempo de nada, la orden era que debía viajar a Bogotá para apoyar a los militares. “A ellos (los soldados) los ponen en esquinas y en sitios estratégicos de Bogotá, y la orden era que si un perro pasaba a un perro mataban. Tenían la orden de dispararle a todo el mundo. Ya en la noche se empezaron a presenciar los incendios en muchos sitios.”



A Fernando, su padre le narró que hubo tantos muertos en las calles de la capital, que no se pudo atender persona por persona. Los recogieron, los metieron en volquetas para posteriormente llevarlos al Cementerio Central, en donde abrieron fosas y ahí metían cien, doscientas personas, no se sabe exactamente cuántas. Los cadáveres los cubrieron con tierra sin ser identificados, porque no había personal para hacerlo.


Después de cuatro meses en Bogotá, a Luis lo trasladaron nuevamente para Barranquilla. La familia de Luis Alfredo era oriunda de Puente Nacional, Santander. Su papá, Rafael Aguilera, murió cuando era pequeño, y su mamá, Paulina, sacó adelante sola la familia. Se dedicaban a cultivar arveja, plátano, yuca, maíz; además, tenían ganado y gallinas. Vivían tranquilos.



Cuando Luis terminó de prestar el servicio militar y volvió a Santander, conoció a Matilde Corzo; se casaron a los pocos meses. La felicidad fue corta, y larga la persecución de la que fueron víctimas, porque los grupos armados que crearon liberales y conservadores los persiguieron al enterarse que él había estado en Bogotá desde aquel 9 de abril, el día del asesinato de Gaitán, en rol de soldado.


No tuvo opción, debió irse de Santander. “Eran los mismos liberales, su guerrilla liberal, como disidencias de los partidos, y en esa época no eran conocidos como guerrilleros sino como chusma o bandoleros, eran de ambos bandos”, le contaba a Fernando su padre.


Le pregunto si las chusmas o los bandoleros solo hicieron que saliera su papá o también sus familiares. Responde: “No, ellos iban por los jóvenes para reclutarlos y el otro caso que se dio, es que a las mujeres no las reclutaban, eran solo hombres”.



Luis Alfredo decide viajar a Bogotá, pues no podía seguir corriendo riesgo y poner en peligro a su familia en Santander. Llega al barrio El Rosario, más conocido como La Culebrera, cerca al Estadio Nemesio Camacho El Campín.


Consigue trabajo en los ferrocarriles nacionales y con la Edis (Empresa Distrital de Servicios Públicos) que hacía el aseo en la capital. “En esa época las personas podían trabajar en dos entidades del distrito o del Estado, medio tiempo en uno y medio tiempo en el otro”, asegura Fernando.


Luis Alfredo y Matilde sacaron a sus 10 hijos adelante, dejaron a un lado toda la preocupación que pasaron por la guerra bipartidista. Luis murió a los 66 años y Matilde a los 86. La familia Aguilera Corzo los recuerdan como unos valientes por salir ilesos de la guerra entre Liberales y Conservadores que se vivió en todo el país.





Por: Daniela Moscoso.

Dibujo por: Vanessa Martínez.






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