El despojo de tierras en la época de la Violencia

LA MEMORIA es ese espacio de hilos delgados y gruesos por los que es complejo transitar. Los días, los meses y los años la convierten en un terreno impredecible de zonas fangosas; pero sobre ella siempre hay que volver. De eso se trata este especial, de volver sobre el pasado de los colombianos que hoy superan los 75 años, y que fueron testigos de la época de la Violencia, que se establece desde 1930 y que se complejiza el 9 de abril de 1948 con el asesinato de líder político Jorge Eliecer Gaitán.

Sus recuerdos, amoldados en relatos, son importantes para que las generaciones jóvenes comprendan, entre otras cosas, por qué el despojo de tierras, que se produjo desde entonces en el país, es una de las causas sustanciales del conflicto armado, incluso de los fracasos que contienen los procesos de paz.

Para tal fin, los integrantes de la Unidad de Investigación Periodística de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano fueron en búsqueda de las memorias de quienes aún pueden hablar de sus vivencias en la época en cuestión. Sus relatos, sumados a las explicaciones de expertos en el tema, son luces nítidas para entender el presente del país.

Germán Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña señalan en el primer tomo del libro La violencia en Colombia que: “Casi todos los colombianos condenaron el crimen abominable que segó la vida de Gaitán, pero nadie previó sus tremendas consecuencias (…) Él abanderaba la esperanza de solución de toda una problemática secular. Su voz era el grito de la ruralía que, cuando lo supo extinguido, recordó su consigna: si avanzo seguidme; si retrocedo empujadme; si os traiciono matadme; si muero vengadme”.

La venganza agudizó la polarización que ya se vivía en el país por cuenta de los partidos políticos establecidos, y desató una guerra que implicó entre sus formas de agresión el despojo de tierras, de liberales a conservadores y de conservadores a liberales. Una cruel espiral de sufrimiento que llevó a que miles de campesinos abandonaran sus tierras y se establecieran en las zonas periféricas de las ciudades, en condiciones de pobreza.

Muchas de esas tierras no se recuperaron, y quienes debieron abandonarlas no fueron parte de un proceso de perdón y restitución, constituyéndose así en una deuda histórica que desencadenó, en la segunda mitad del siglo XX, la consolidación de grupos armados que buscaron justicia por sus propias manos, desatando así otras formas de violencia que el país aún busca superar.